lunes, agosto 20, 2007

PROFESOR GUSTAVO MONCAYO

EL PROFESOR GUSTAVO MONCAYO

Maestro para mostrar

Por Leopoldo de Quevedo y Monroy

leoquevedom@hotmail.com

Desde el pasado 17 de junio el profesor Gustavo Moncayo solicitó licencia para no ir a trabajar en las cuatro paredes de un colegio. Y se dio la libertad de abrir un aula tan ancha como el país y el mundo entero. Y empezó a dar la “clase” de su vida : clamar por la vida y la integridad de su hijo, porque vuelva a la libertad.

Se puso sandalias, acompañado de parientes y amigos, caminó 1186 kilómetros, como de aquí a Madrid, España, en línea recta, y hoy ha dado su lección magistral y pasó al tablero de la Plaza de Bolívar al alumno que él quería : al Presidente de Colombia.

Pedro Gómez Barrero, con su Fundación Compartir, ha llamado ya hace más de diez años, a los maestros más “pilos” que quieren concursar por los millones que ofrece. Pero que un profesor de esa lejanía, de esa olvidada región de Nariño, de Sandoná, se haya propuesto como un nuevo Ghandi, convocar a su lado al mismo que gobierna y manda, es una proeza. Sin armas a su lado, sin escoltas, sin temores en la cara, sin mirar a lado a lado a ver quien lo acompaña.

Nadie había visto a un profesor raso, de camisa y yin, su atuendo diario, que haya dejado la tiza y rutina de salir de casa y llegar del colegio para enarbolar la bandera de decirle a todos que la tarea de un maestro es enseñar a ser dignos, a pensar y caminar sin ataduras, a buscar sin vacilaciones el bien común. La dignidad no está ni en cuadernos ni libros, ni en poesía grandiosa. La dignidad se vive y se lleva a cuestas aunque sea una cruz y saque ampollas. La dignidad no se acuesta ni hace siesta ni se la pasa en fiestas. Ni tiene boca de oro ni necesita podio para parecer más grande. Eso lo supo Moncayo y esperamos que su periplo épico no vaya a tener como triste final una palmadita en la espalda y una promesa en público.

Una gesta como la del nuevo Díaz Vivar, sin caballo, merece un final distinto al de otros paros y trancones en las carreteras, con llegada de vice y ministros que nunca llegan a nada.

La Actitud, entereza, tenacidad y paciencia del maestro Moncayo no pueden quedar en una habitación de lujoso hotel ni en brindis con baccarat. Debe terminar en una reflexión profunda y una verdad sin puño cerrado. Debe terminar, de una vez por todas, en una negociación en la que no se regale nada sino se ceda de parte y parte. Una transacción no es unilateral ni es un reto a ver quien pisa primero la raya. La majestad de la patria jamás se dañará si los secuestrados regresan. Ya se les ha cedido mucho terreno a los desmovilizados de las AUC, ¿por qué no se les cede terreno a las FARC? Con toda seguridad la Patria ganará y su majestad se crecerá con la salida de las cárceles inhumanas de la selva, la cesación de las jornadas de hambre e insomnios de miles de compatriotas.

No sabemos lo que el profe Moncayo piensa hacer mañana, pero lo que sí sabemos es que se lavará las manos que estrecharon las del Presidente. Ahí no termina su cansancio y su brega. Sólo terminará cuando el Estado decida bajar de su trono y aprenda algo de la lección por la liberación de gente que no vive en comodidades sino en el secuestro. Sólo podrán hablar por ellos quienes como el profesor Moncayo responden con ampollas de esperanza y no con Poder y el ego.

1 comentario:

XAVIER DUARTE ARTIGAS dijo...

VAYA PARA EL SR. LEOPOLDO DE QUEVEDO, MI SOLIDARIDAD. EN EL PAÍS EN EL CUAL VIVO, SE TORNA DIFÍCIL CONCEBIR QUE UN PADRE DEBA REALIZAR TAN LARGO ITINERARIO EN PROCURA DE LOGRAR SER ESCUCHADO POR UN ASUNTO LIGADO A LA LIBERTAD DE SU HIJO, QUE ESTÁ BAJO SECUESTRO. ESTA ÚLTIMA PALABRA ES EN SÍ UN TÉRMINO OPROBIOSO, NO YA EN NUESTRA AMÉRICA, EN CUALQUIER SITIO DE LA TIERRA.
VAYA UN ABRAZO PARA UD. DE XAVIER.