martes, diciembre 02, 2008

XV ENCUENTRO DE MUJERES POETAS, CERETÉ, 2008

CERETÉ SE VISTIÓ DE LENA REZA


Puente antiguo de madera sobre el Río Bugre

Por Leopoldo de Quevedo y Monroy
Colombiano


Cereté es costa y valle, Río Sinú y tierra fértil. Es de algodón, arroz y ñame. Cielo con nubes blancas cargadas de mar y truenos. “Si acaso ves una nube negra debes saber que es lluvia fija”, predice Irina Henríquez, piel de río y de diosa sinuana. Su paisaje es de paz con horizonte largo y un poco más allá está el monstruo verde con sus crespos blancos. Cereté es una señora a la que todos los días le hacen calles de honor sus arboledas de cerezos, matarratones, palmas nobles y acacias florecidas.

En esta semana los diablos de diciembre se levantaron de madrugada con tambor gordo, redoblante, corneta y clarinete negro. Nos despertaron con su alegre canto de vallenato, fandango, bullerengue y gaita. Las mariamulatas, los corromochos y las alondras salieron a la puerta de su nido, pararon sus trinos y le dieron turno a los cuatro muchachos en la esquina del Hotel Cacique T y en la plazoleta principal. Luego el repique de la campana tocó su sonido de sabor a bronce y anuncio de rosario de aurora.

Cereté estuvo de fiesta del 26 al 30 de noviembre por las mujeres de la verdad y la poesía. En la Casa de Cultura, por la Calle de las Flores y el Bulevar del Río Bugre una treintena de poetisas dejaron el rastro de su palabra y el pueblo entero aplaudió sus gozos y pesares. El malecón que adorna con sus luces la noche y el cauce del rumor del agua, les dieron la bienvenida con su majestuosa imagen. Gómez Jattin volvió la cara y sonrió a Lena Reza que trajo a su mesa a mujeres que ofrecieran el rico manjar que sólo prueban las musas allá, en el cercano Olimpo.

Este año vinieron con sus rebozos y retozos de España, Venezuela, México y Perú a acompañar en el concierto de palabras y sonidos a colombianas de la variada superficie patria. Oímos a Josefa Parra, a Doris Moromisato, a Flor Aguilera, Gloria María Medina, a Ela Cuava, a Margarita Galindo, Guiomar Cuesta, Nora Carbonell, Tania Maza, Beatriz Vanegas, Idania Ortiz, a Elcina Valencia, negra de canción y baile, a Marga López Díaz y a la poetisa abuela Meira Delmar, que engalanó con lujo el XV Encuentro de Mujeres Poetas de Cereté con su embeleso y simpatía. El evento se ha convertido en monumento a la calidad sonora de la poesía de mujer con paisaje de costa, mote de queso y enyucado.

Por cinco días la poesía anduvo del brazo de mujeres de color y canto, de sabor y encanto. Y su alegría alcanzó para repartir su aroma hasta Montería, la Universidad de Córdoba, San Pelayo, Cotorra, San Antero y el Mar atlántico gozó con el recital junto a sus olas en movimiento de leva. Los niños en la premiada Biblioteca Pública dirigida por Vera Centeno, hicieron sus pininos poéticos junto al hada y maga Marga López y los brindaron a sus padres y a la tarde cubierta de sol y vellones de agua. Ni la lluvia ni las improvisadas ciénagas dañaron la visita de estas divas enviadas por Safo y Virgilio a contribuir a la paz y a la Cultura.

Terminó el Encuentro y las garzas cereteanas alzaron vuelo con la V del triunfo. El aire se llevó sus versos y el tiempo escribió en sus páginas tantas horas de remar y tejer poemas. Cereté, como casa viajera, tendrá lista sus alcobas para que vuelvan estas y otras aves a habitarla y llenen sus bellos aposentos republicanos de carcajadas, anécdotas y arrullos de palomas con mensajes en sus picos.

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